Cada Camino es distinto, ni el tiempo en el que trancurre ni la persona en si son los mismos. Aún así, llegando o abandonando, la experiencia siempre es enriquecedora. El Camino tiene la virtud de romper todos los esquemas preconcebidos dándonos la vuelta y volviéndonos a recomponer. Si quieres ver como me ha marcado a mí, sólo tienes que clicar en cada pestaña, espero que el viaje te resulte tan enriquecedor como ha sido para mí. ¡Buen Camino!
"El Señor dijo a Abraham: Sal de tu tierra, de tu patria y de la casa de tu padre, hacia la tierra que te mostraré" Gn 12,1

domingo, 25 de agosto de 2013

SEXTA ETAPA: PADRÓN-SANTIAG0 DE COMPOSTELA (24 KM.)


La familia al completo


CRÓNICA DE LA ETAPA:

¡Al fin! ¡Lo logramos!¡Hemos llegado a Santiago! Difícil describir el sentimiento y el pensamiento a lo largo de este día tan intenso.

Dejamos Padrón bien temprano en la mañana, las 7:00, el día que más pronto hemos empezado a caminar y tambíén el del recorrido más largo: 24 km.  Y aunque el perfil de la etapa era en ascenso suave hemos querido ser previsores.



Perfil de la etapa

El primer punto de interés: Iria Flavia, cuna de Camilo José Cela.  Aun clareaba el día cuado pasamos junto al cementerio y aunque hemos visto un olivo dentro, no sabemos si es donde reposan los restos del escritor.  Una cosa curiosa de todos los cementerios que hemos visto durante estos días: todos tienen los muros bajos y se puede ver su interior, signo del respeto que se tiene aquí para con los difuntos.  


Santuario da Escravitude
Hoy el trayecto ha sido, sobre todo, de asfalto. Aproximadamente a cinco kilómetros de Iria Flavia, nos encontramos, a pie de carretera, con el Santuario de A Escravitude.  El nombre de este santuario y de la localidad se debe, según la tradición, a que un peregrino enfermo bebió agua de la fuente que hay a los pies del mismo y sanó de su enfermedad, se liberó de la "esclavitud" de la misma.  Aquí nos ha ocurrido la anécdota del día, de la que extraigo una lección moral muy importante: la falta de señalización o, bien, nuestro despiste, ha hecho que nos desviáramos del itinerario un kilómetro y medio aproximadamente, misma distancia que hemos tenido que desandar para seguir por la ruta de peregrinos.  El caso es que, si hubiéramos seguido por allí, por la carretera, también hubiéramos llegado a Santiado, ahorrándonos unos cuantos kilómetros y llegando a tiempo a la Misa del Peregrino, pero como dijo mi hijo pequeño, a estas alturas no íbamos a hacer trampa.

Rúa de Francos, el cruceiro más antiguo de Galicia













Unos cinco kilómetros más adelante, alternado pista forestal y más N-550, llegamos hasta Rúa de Francos, donde se encuentra el cruceiro más antiguo de Galicia, ¡mira que hemos visto cruceiros a lo largo de estos siete días, a cada cual más bonito!





Otros seis kilómetros más, altenando pista forestal y asfalto, siempre ascendiendo pero de manera suave.  Cada vez nos quedaba menos para llegar.  A pesar de ser el día de mayor distancia, ha sido el más llevadero, seguro que por la ilusión de llegar.

Llegamos a O Milladoiro, donde en la Capilla de Santa María Magdalena nos han sellado las credenciales.  Dentro de la capilla, Maria Magdalena se encontraba reposando muy sugerente dentro de una urna.
 


Capilla de Santa María Magdalena (O Milladoiro)


Siete kilómetros para llegar a Santiago y el ánimo por las nubes, esa era la sensación.  En O Milladoiro nos alcanzaron Mari Carmen y Borja, a las que no veíamos desde el día anterior y decidimos emprender el resto del camino juntos.  De nuevo en marcha, más carretera, más pista forestal, las vías del AVE y, al fin, llegamos a los límites de la ciudad.  Momento interesante, conocido para todos los peregrinos que hacen el Camino Portugués: la cuesta del Hospital Clínico, en una palabra, "mortal".  La única solución: agachar la cabeza, sujetar firmemente el bastón y ¡hala! a subirla.  Mi marido y mis hijos, unos cracks, la subieron del tirón; nosotras, en tres intentos.



Una vez en lo alto, fue necesario un ratito para recuperar el aliento.  Ya se podía ver una de las torres de la Catedral, ¡qué ilusión! Otra vez, de nuevo en marcha, parecía que hasta las mochilas pesaban menos.  Entramos en la Avenida da Choupana, bien extensa ella; después en la de Rosalía de Castro, no menos larga.  La torre que se seguía viendo a lo lejos y no se acercaba.  Mi hijo Pablo, con todo el arte del mundo, no tuvo otra cosa que decir que aquello se parecía a la escena de El Retorno del Rey, cuando Frodo y Sam no terminan nunca de subir al Monte del Destino para destruir el Anillo.


Por fin entramos en el casco antiguo, lleno de gente por todos lados.  De pronto nos vimos sumergidos en una vorágine de peregrinos, turistas, comerciantes ofreciéndote catas de sus productos o tarjetas de sus restaurantes, era la Rúa do Franco.  Así, sin ver flecha o concha alguna, simplemente dejándonos llevar, como si supiéramos por donde ir, giramos a la izquierda...¡y estábamos en la Plaza del Obradoiro!



No puedo definir la sensación del momento, eran muchos sentimientos a la vez: alegría, pena, alivio, agobio, satisfacción, orgullo. Si pudiera aglutinarlos en una sola palabra, diría júbilo.  Seis días de mucho esfuerzo y verse ahí, en medio de esa plaza llena de gente, ante semejante belleza, cuatro peregrinos más entre cientos de peregrinos, es algo difícil de explicar, creo que sólo quien lo ha hecho sabe a lo que me refiero.

Alegría por llegar, alivio porque se acabó el duro esfuerzo de andar cargados hasta arriba, agobio de ver tantísima gente allí reunida, pena porque ya se acabó el Camino, satisfacción y orgullo por los frutos conseguidos.



Santiago de Compostela, Catedral
Una sorpresa: la Plaza del Obradoiro, por televisión, parece más grande; no es que sea pequeña, y más cuando todas las calles que confluyen a ella son estrechas, pero la imaginaba más amplia.  Frente a la Catedral, el Pazo de Raxoi, sede del Ayuntamiento y de la Xunta; a la izquierda, el Colegio de San Jerónimo, sede del Rectorado y a la derecha, el Hostal de los Reyes Católicos, actual Parador Nacional. Flanqueando la Catedral, a un lado el Pazo de Xelmirez y al otro, el Claustro.




Ayuntamiento, Plaza del Obradoiro, Santiago de Compostela



Santiago de Compostela, Catedral
 
Santiago de Compostela, Catedral


Colegio de San Jerónimo, Plaza del Obradoiro


















Realmente, todo es una belleza, uno de los conjuntos monumentales más hermosos del mundo entero.  La Catedral, si espléndida por fuera, por dentro lo es todavía más.

Maestro Mateo
 

 
Santiago de Compostela, Catedral

 




No hemos podido cumplir con el ritual completo de llegada de todo peregrino.  El Pórtico de la Gloria está en fase de restauración, aparte de cerrado al público hay que pagar 12 euros para poderlo ver, dentro de una visita guiada por toda la Catedral, algo injusto para todos los peregrinos que han realizado un considerable esfuerzo físico durante varios días para llegar hasta aquí.  Así que ni hemos visto la rana ni el astronauta, ni hemos podido meter las manos en los aireadores para dejar nuestro cansancio, ni colocar nuestra palma en las huellas del parteluz para hermanarnos con los peregrinos habidos y por haber, ni darle los tres cabezazos a la imagen del Maestro Mateo, a ver si nos contagia algo de su sabiduría.

Todo estaba a rebosar de gente, tanta que agobiaba; cargados con las mochilas nos quedamos algo bloqueados, sin saber qué hacer, la cola para entrar a la cripta donde descansan los restos del Apóstol daba la vuelta a la Catedral, así como para subir al camarín, por lo que decidimos ir primero al albergue a soltar bultos y asearnos.

He aquí la única pega del día: el albergue, de nombre Acuario. Situado a la llegada del Camino Francés, es decir, en la otra punta, hubo que atravesar toda la ciudad para llegar, obviamente, no dábamos con él ni nadie era capaz de decirnos dónde quedaba.  Cuando conseguimos encontrarlo, descubrimos un espacio "flower power", con música ambiental estilo chill out y un intenso aroma a pies en el dormitorio, para no repetir.

Nos arreglamos más rápido que ningún día y bajamos al casco antiguo, esta vez, en autobús.  Una aventura, los chóferes parecen sacados de un rallye, si alguno entrara a trabajar en la EMT de Málaga, no sobreviviría al turno de las 8 de la mañana, saldría linchado.


Catedral de Santiago, Nave central
Ya en los alrededores de la Catedral fuimos a la Oficina del Peregrino a conseguir nuestras compostelas; tras confirmar que habíamos recorrido al menos 100 km. a pie por medio de nuestras credenciales, nos las otorgaron.  La cola para visitar la cripta y el camarín también estaba despejada, y así, tranquilamente pudimos ver la urna labrada en plata donde descansan los restos del Apóstol y sus dos discípulos, Atanasio y Teodoro. No me la imaginaba así. Después subimos a abrazar la imagen del santo, en un abrazo largo, profundo, de mi parte, de parte de todos los que, desde casa, nos encomendaron en sus oraciones para que tuviéramos buen camino. Un abrazo sentido, desde mi corazón y desde el corazón de toda mi comunidad parroquial.

Puerta Santa de la Catedral de Santiago
Celebramos misa, para dar gracias, la compartimos con Maribel y Gabi, el matrimonio de Alicante, maravillosos los dos.  Hermosas las palabras del deán, sobre todo en la bendición final, que cerraron como un círculo perfecto, todos los días de este peregrinar, desde el momento que decidimos ponernos en camino.  Aquí la emoción me embargó ya del todo, imposible parar de llorar, lágrimas de emoción, de felicidad, de gratitud.

Lo habíamos conseguido, y eso había que celebrarlo, así que al grupo se unieron de nuevo Mari Carmen y Borja, y nos fuímos de tapas por las calles.  Sencillamente, para repetir, buenos manjares en la mejor compañía.  Tras este homenaje, cada mochuelo a su albergue, a descansar, si se puede, son muchas emociones que canalizar.  Mañana disfrutaremos todo el día de la ciudad, en plan más calmado, celebraremos Misa del Peregrino, con la esperanza de ver el Botafumeiro en acción y pasado retornaremos para Málaga con una sensación de plenitud absoluta.



Catedral de Santiago, detalle interior
el descanso del peregrino

Plaza das Praterias

















 

REFLEXIÓN PERSONAL:

"Nada has pensando que no puedas hacer; nada has soñado imposible de ver, ni en el mar, ni en el cielo, nada está lejos de tí. Todo está en tu adentro, todo puedes hacerlo si te fías de Mí."

Este estribillo que solemos cantar en el momento de la acción de gracias me ha ido acompañando en los momentos más duros de nuestro primer Camino y ahora, al ver que el sueño se ha hecho realidad, resuena más nitidamente en mi interior, y me sugiere muchas cosas.

La primera, perseverancia.  En la vida hay que ser perseverante, sólo así, con nuestro esfuerzo se consiguen las cosas. ¡Y cómo se celebran cuando han costado tanto!  Así aprendemos a calcular el valor de las mismas.

La segunda, confianza.  En uno mismo, que se autodescubre más valiente de lo pensaba. También en Dios, que está detrás de todo, o mejor dicho, en nuestro interior.

La tercera, gratitud.  Yo, hoy, doy las gracias a Dios por haber llegado, cansados pero en perfectas condiciones, una minúcula piedra en el camino puede dar al traste con todo, o una tendinitis o unas ampollas infectadas, y no ha sido así.  Doy las gracias por esos amigos que han estado ahí y nos han dejado mochilas y sacos que no teníamos para poder realizar este sueño.  Doy las gracias porque todos los meses entra un sueldo en casa, modesto pero sueldo al fin y al cabo, ya que es cierto que aún planeando el Camino de la forma más económica posible hay un gasto inevitable que hay que cubrir.  Y sobre todo doy gracias por todos aquellos, familia, amigos, comunidad parroquial que sé que han estado acordándose de nosotros durante estos días y con los que espero algún día repetir este peregrinaje.

La cuarta y última, honestidad.  ¿Cuántas veces en la vida cogemos el camino fácil para obtener resultados y ahorrarnos esfuerzo o sufrimiento?  Si esta mañana, cuando nos equivocamos de ruta, hubiéramos seguido hasta llegar a Santiago, lo habríamos conseguido pero no sería lo mismo.  Uno de los placeres personales más grandes es saber que uno ha hecho las cosas como es debido.


Ahora sólo queda disfrutar un poco más, volver a casa y dejar que el Camino siga haciendo dentro de cada uno de nosotros.









Fuente gráfica perfil: Gronze.com

1 comentario:

Anónimo dijo...

Aunque no me ha dado tiempo a leerlo entero...parece que haya hecho parte del camino con vosotros. Te las currao.
ElAelito